Puente Medieval de Larrasoaña
El puente de Larrasoaña, que también es conocido popularmente como el Puente de los Bandidos, es una impresionante estructura de piedra que pertenece al periodo medieval y que se sitúa sobre el río Arga, en el encantador valle de Esteríbar. Este puente se localiza en la pequeña pero significativa población de Larrasoaña, que forma parte de la provincia de Navarra, en el Camino de Santiago Francés. Su apodo, puente de los Bandidos, proviene de una época en la que elementos del camino circundante eran frecuentados por bandoleros que esperaban la llegada de peregrinos para asaltarlos o robarles, aprovechando la vulnerabilidad de quienes transitaban por la ruta.
El Puente de Larrasoaña no es solo un importante atractivo turístico, sino que también es un punto significativo en el Camino de Santiago Francés, una de las rutas de peregrinación más reconocidas y recorridas en Europa. Este puente se encuentra justo después del Puente de la Rabia, que se ubica en la localidad cercana de Zubiri. A lo largo de la historia, este puente ha servido como un paso fundamental para los caminantes que emprenden su viaje hacia Santiago de Compostela, brindando no solo un acceso seguro, sino también un espacio para disfrutar de los hermosos paisajes que rodean la zona.
El Puente de Larrasoaña construido con técnicas típicas de la arquitectura medieval, el puente se destaca por sus dos grandes arcos rebajados, un arco de medio punto, y dos tajamares que presentan cortes en formas triangulares y poligonales. Este puente no solo es una obra de ingeniería notable, sino que también fue un antiguo paso obligado para comerciantes y peregrinos que se desplazaban por la región. Su ubicación estratégica lo convirtió en un lugar de encuentro crucial donde se reunían los diputados o regidores del valle. Aunque hubo intentos de usar otros lugares como sede para estas reuniones, desde el año 1833 Akerreta se estableció como el lugar fijo de encuentro para los representantes de los 28 pueblos que conforman Esteribar.
La fundación de Larrasoaña se remonta a 1174 cuando el rey Sancho el Sabio otorgó a un grupo de francos que se habían establecido cerca del área de Larrasoaña, que luego se conocería como Larrasoinzar, un fuero similar al que se había concedido en el Burgo de San Saturnino, ubicado en la ciudad de Pamplona. Este fuero tenía como objetivo fomentar el asentamiento de una población cuya actividad principal sería el comercio en un lugar que ofrecía una posición geográfica estratégica, situado en el centro del valle, en pleno Camino de Santiago y en rutas que conectaban ambos lados de los Pirineos.
Originalmente conocida como Hiriberri, la población adoptó el nombre de Larrasoaña en el siglo XIII, reflejando su evolución a lo largo del tiempo. Desde al menos el siglo XIV, esta villa tuvo representación en las Cortes de Navarra, y también se convirtió en sede de varias de estas cortes, lo que subraya su importancia en la historia política y social de la región. De hecho, Larrasoaña fue un municipio independiente durante muchos años, pero en el año 1928, como parte de un proceso de reorganización administrativa, se integró en el municipio de Esteribar, marcando así un nuevo capítulo en su larga y rica historia.
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