Gallo-veleta de la Basílica de San Isidoro

Gallo-veleta de la Basílica de San Isidoro de León

La Basílica de San Isidoro de León, uno de los monumentos más importantes de la ciudad, alberga un símbolo único y misterioso: el gallo-veleta que corona la Torre del Gallo. Esta figura, que durante siglos sirvió como veleta en la torre románica, ha pasado a ser uno de los elementos más representativos de León, pero su historia es mucho más compleja y fascinante de lo que podría parecer a simple vista.

Este artículo explora la historia, los estudios realizados sobre el gallo y las teorías sobre su origen, revelando cómo una pieza aparentemente simple ha resistido el paso del tiempo y sigue cautivando la imaginación de los leoneses y los visitantes por igual.

La Historia del Gallo de San Isidoro

El Origen del Gallo en la Torre

El gallo de la Basílica de San Isidoro es una figura metálica que durante siglos coronó la torre del templo, un edificio emblemático de la ciudad de León. Con sus más de 800 años de historia, el gallo ha sido considerado un símbolo de la ciudad, aunque su historia está rodeada de misterio. Se sabe que fue instalado en la torre durante el siglo XI, aunque no se encuentra documentación específica sobre su origen ni eventos históricos que lo vinculen a un hecho concreto de la época.

El gallo es una pieza de cobre recubierta de oro, que en sus orígenes formaba parte de una veleta. Esta veleta se componía de tres partes diferenciadas: el gallo, una esfera y un cono, que permitían que la figura girara con el viento, funcionando como una indicadora de la dirección del aire. A pesar de su función como veleta, el gallo de San Isidoro no fue siempre considerado como tal, y su simbolismo ha evolucionado con el tiempo, pasando a representar algo mucho más grande que una simple herramienta meteorológica.

El Impacto de la Restauración del Gallo

A comienzos del siglo XXI, específicamente en el año 2001, la Basílica de San Isidoro se sometió a una exhaustiva restauración. Durante este proceso, el gallo fue desmontado de su ubicación en lo alto de la torre para ser sometido a un estudio profundo. Los expertos, entre ellos arqueólogos, historiadores y restauradores, se dieron cuenta rápidamente de que se encontraban ante una obra de gran valor histórico y artístico.

Durante el proceso de restauración, se descubrió que el gallo no era una simple figura ornamental, sino que tenía una serie de características que lo hacían excepcional. En su interior se encontraron restos de tierra y polen que no correspondían a la vegetación local, lo que llevó a los investigadores a especular que la pieza provenía de una región más distante, posiblemente de Oriente, específicamente de la cuenca del Golfo Pérsico.

El Estudio Científico del Gallo de San Isidoro

La Restauración y los Primeros Descubrimientos

En 2001, cuando el gallo fue bajado de su emplazamiento en la torre, se realizaron una serie de estudios técnicos para analizar su composición y restaurarlo adecuadamente. A través de un análisis detallado del material, los expertos descubrieron que la pieza estaba hecha de cobre recubierto con una capa de oro extremadamente bien conservada, lo que explicaba su sorprendente resistencia a la corrosión durante siglos.

Uno de los descubrimientos más fascinantes ocurrió al analizar los restos dentro del gallo. Al estudiar el polen y los residuos de tierra encontrados en su interior, los investigadores concluyeron que las especies vegetales no correspondían a la zona local, sino a especies propias de Oriente, específicamente de la cuenca del Golfo Pérsico. Esta revelación llevó a los historiadores a plantear la hipótesis de que el gallo era una pieza importada de Oriente, posiblemente durante el periodo del Califato de Córdoba.

La Hipótesis del Origen Oriental

Los estudios científicos permitieron establecer una fecha aproximada para la fabricación del gallo, situándola en finales del siglo VI o principios del siglo VII. Esto coincidió con el periodo de esplendor del Imperio Sasánida, que gobernaba la región persa en esa época. Se sabe que durante el reinado del rey Cosroes II, los persas adoptaron el símbolo del gallo como un emblema de su poder, sustituyendo las cruces que coronaban los templos cristianos por gallos dorados. Esta práctica fue documentada por crónicas bizantinas que describen el uso de gallos dorados con ojos de gemas en los templos conquistados por los persas.

Las Teorías sobre la Llegada del Gallo a León

El Gallo como Símbolo del Reino de León

Una de las teorías más aceptadas sobre la llegada del gallo a León es que el gallo fue traído como un tributo o un botín de guerra. Algunas fuentes sugieren que el gallo pudo haber sido un regalo del califa de Bagdad al de Córdoba, y que fue llevado a León como parte de un saqueo tras la conquista de Medina Azahara en 1009. Esta teoría se ve reforzada por el hecho de que el gallo tiene características propias de la metalurgia islámica, lo que indica que pudo haber sido traído desde Al-Ándalus.

Otra teoría apunta a que el gallo llegó a León como símbolo de la victoria de los leoneses sobre el Califato de Córdoba. Durante el siglo XI, el Reino de León había sufrido devastadoras invasiones por parte de Almanzor, y la instalación del gallo en la torre podría haber simbolizado la recuperación del poder de los leoneses sobre el dominio musulmán. En este sentido, el gallo serviría como un trofeo de guerra, un símbolo de la supremacía cristiana sobre los musulmanes.

La Inscripción Visigótica y el Cono del Gallo

Una de las pistas más importantes sobre la llegada del gallo a León es la inscripción visigótica que aparece en el cono que sostiene la figura. El análisis de esta inscripción, que data de la época visigótica, sugiere que el gallo fue instalado en la torre de San Isidoro en el siglo XI, probablemente después de la conquista de Toledo en 1085, un hecho clave en la historia del Reino de León. La inscripción contiene la palabra «Berlana», que se refiere a un posible artesano que trabajó en la construcción del soporte del gallo.

Además, los estudios sobre el cono y la esfera que sustentan al gallo revelaron que estos elementos son de origen peninsular, específicamente del siglo XII. Esto sugiere que el gallo, aunque de origen oriental, fue adaptado y restaurado en la península Ibérica para su uso como veleta.

El Gallo de San Isidoro Hoy: Un Símbolo Vivo de León

La Réplica en la Torre y su Exposición en el Museo

Hoy en día, el gallo original de la Basílica de San Isidoro se encuentra expuesto en el Museo de la Colegiata, donde los visitantes pueden admirar su increíble estado de conservación y su detallado trabajo de restauración. La pieza ha sido protegida por una urna de cristal para evitar su deterioro debido a la exposición al aire libre. En su lugar, una réplica exacta de bronce dorado ha sido colocada en la torre, donde sigue cumpliendo su función simbólica como emblema de León.

El gallo de San Isidoro no solo es un símbolo histórico, sino que también tiene un lugar destacado en la cultura leonesa. Es considerado una de las piezas más preciadas de la ciudad, y su presencia en la Torre del Gallo ha inspirado innumerables leyendas y tradiciones locales. Los leoneses se sienten orgullosos de su gallo, que se ha convertido en un ícono cultural de la ciudad.

Un Símbolo que Trasciende el Tiempo

El gallo de San Isidoro ha trascendido su función inicial como veleta y ha adquirido un significado mucho más profundo. Representa la resistencia, el orgullo y la identidad de León a lo largo de los siglos. Con su origen misterioso y su fascinante historia, el gallo sigue siendo un símbolo vivo de la riqueza cultural de la ciudad y un testamento del encuentro de diversas culturas a lo largo de la historia.