La formación de los caminos de Santiago a partir de las calzadas romanas
El itinerario clásico del Camino de Santiago Francés y su evolución
Durante los reinados de Ordoño I (850-866) y su hijo Alfonso (866-910), el reino asturiano consiguió extender y consolidar su frontera hasta el río Duero. Quedó, entonces, dentro de su territorio una buena parte de la vía XXXIV Ab Asturica Burdigalam con sus poblaciones de Ponferrada, Astorga, León o Carrión (Carrión de los Condes). Los habitantes de los nuevos territorios sureños dispusieron de este camino para dirigirse al oeste hasta Lugo, y desde ahí, al Locus Sancti Iacobi. Igualmente, se afianzó el dominio cristiano del alto Ebro, lo que dejó expedito su uso completo hasta territorio franco.
El camino que seguían los primeros peregrinos transpirenaicos era la citada vía romana Ab Asturica Burdigalam que comunicaba Burdeos con Astorga y que entraba en la península por el puerto de Roncesvalles, tras lo que llegaba a Pamplona. Desde esta ciudad continuaba hacia el oeste por los valles de los ríos Araquil y Zadorra, después llegaba a la actual Miranda para franquear el río Ebro y proseguía hasta el importante cruce de Briviesca, donde se unía a la calzada que venía desde Zaragoza discurriendo al sur del Ebro. El trayecto entre Pamplona y Miranda le permitía salvar, por el norte, el obstáculo natural que suponían las sierras de Andía y Urbasa.
Sancho el Mayor desvió el camino durante el primer tercio del siglo xi e hizo que su trazado pasara más al sur por un terreno despejado, donde previamente —por necesidades militares— había desarrollado un itinerario protegido con fortalezas que discurría por La Rioja. El nuevo atravesaba los valles del Arga, río Salado y Ega para llegar, inicialmente, hasta algún punto cerca de Logroño, donde cruzaba el Ebro y, a partir de 1095, por la propia ciudad tras repoblarse y repararse su puente. Desde ahí se dirigía a Nájera, continuaba hasta Burgos y, poco antes de llegar, se unía de nuevo con la antigua calzada romana, aunque al salir de la ciudad volvía a abandonarla para proseguir por un camino alternativo hasta Carrión de los Condes.
Desde Burgos seguiría por Tardajos a Sasamón, Melgar de Fernamental y Osorno hasta Carrión. Estos caminos no dejaron de utilizarse pues por asentarse sobre terrenos más firmes y saneados, siguieron siendo los mejores y más cuidados durante el periodo medieval y moderno, transitados preferentemente por comitivas provistas de medios de transportes lentos y pesados, con mayor equipaje, como hoy mismo sucede. Todavía apeos recientes de villas como Grijalba siguen denominando Calzada Romana o de los peregrinos al viejo Camino Real de Burgos – Melgar a su paso por el término municipal.
Sin embargo entre estas dos poblaciones (Melgar y Carrión), el camino de la Vía Romana de Italia a Hispania se denomina en todo su recorrido Camino Francés o Carrera Francesa, nombre habitual para el Camino de Santiago. Existen hitos en esta vía romana que tal vez indiquen el paso del Camino de Santiago por ella. Tal es el caso del Alto de Santiagón. La muy reciente identificación de este camino como la Vía Romana de Italia a Hispania o la Vía Aquitana parece causa suficiente para que no se conozca nada de su relación con el pasado de peregrinos al no haber sido estudiada como tal por historiadores de ninguna época. Significa esto que, en la inmensa y desolada llanura de Tierra de Campos, en las tierras arcillosa imposibles para el tránsito en tiempo húmedo, el refugio era la infraestructura de la vía romana en primera instancia. Si además se encontraba pueblos mejor.
A partir de Tardajos el Camino siempre fue malo todo él. Sin infraestructura de ningún tipo, solo pueden verse unas pocas piedras alineadas en intentos aislados de consolidación del paso intentando vencer el barro y no más. A cambio los peregrinos encontraban el refugio de los pueblos, pobres pero pueblos. Este nuevo itinerario, a pesar de la peor calidad del firme, tuvo la ventaja de pasar por más núcleos habitados que la antigua vía romana que discurría al norte.
Avanzando hacia el oeste, una vez pasado Sahagún, la calzada llegaba cerca del río Porma y tras cruzarlo, desde el trazado principal partía un ramal que se dirigía a León. Desde esta ciudad, salía hacia el norte un camino que, cruzando las montañas, la conectaba con Oviedo. Para retomar la calzada, la ruta seguía una vía romana secundaria que pasaba por el actual Valverde de la Virgen y se volvía a unir a la principal cuando franqueaba el río Órbigo. Poco después de este punto llegaba al importante cruce de Astorga, donde finalizaba.
Desde Astorga partía hacia el oeste la antigua vía XIX Bracara Asturicam. Para salvar el obstáculo natural que suponían los montes de León y llegar a Ponferrada, la calzada original pasaba por el puerto del Manzanal. A pesar de que algunos peregrinos usaban este antiguo trazado, se desarrolló un recorrido alternativo, al sur del anterior, que pasaba por el puerto de Foncebadón y que fue mucho más utilizado.
Tras Ponferrada, la calzada cruzaba los ríos Cua y Burbia por Cacabelos y Villafranca del Bierzo, respectivamente, se internaba por el valle del río Valcarce y pasaba la montaña por Ambasmestas. Aunque poco después de este punto, el camino seguía hasta Lugo, se desarrolló otro itinerario más directo que, dirigiéndose por O Cebreiro y Barbadelo, cruzaba el Miño en Portomarín y volvía a unirse a la antigua ruta romana a la altura de Palas de Rei. Esta proseguía hacia el suroeste hasta llegar al Locus Sancti Iacobi, donde se unía también con la antigua XX per loca maritima que venía desde el área de Provincia A Coruña.
La mención más antigua que se conserva del uso como ruta para llegar a Compostela aparece en la Crónica Silense redactada ca. en 1110 y en un pasaje que relataba hechos de Sancho el Mayor ocurridos durante la década de 1030:
ipsis namque Pirineis iugis adusque castrum Nazara quidquid terre infra continetur a potestate paganorum eripiens, iter Sancti Iacobi quod barbárico timore per devia Alave peregrini declinabant absque retractionis obstáculo currere fecit.
“Fallecido el cual, Sancho, su hijo, subió al reino paterno. A quien Dios, viéndolo devoto vengador de la fe cristiana con el sudor de su ejército, no solo le añadió prósperos sucesos, sino que hizo creceré su prole con múltiple generación. Porque desde los mismos montes Pirineos hasta el castillo de Nájera, sacando de la potestad de los paganos cuanto tierra se contiene dentro, hizo sin retroceso el camino de Santiago, que los peregrinos torcían desviándose por Álava, con temor a los bárbaros.”
Un siglo más tarde, el cronista Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo en la primera mitad del siglo XIII escribe la Historia de los hechos de España (De rebus hispaniae) por encargo del rey Fernando III el Santo, nieto de Alfonso VIII que abrió la nueva ruta por Bayona –Irun para proteger la dote de su mujer Leonor de Plantagenet, duquesa de Aquitania y condesa de Gascuña, la reinterpretó y modificó sustancialmente. Dirá que Sancho el Mayor llevó el camino por Nájera, Briviesca y de Amaya a Carrión, el mismo camino que antes los peregrinos seguían por Alava y por las sendas extraviadas de Asturias (de Santillana) ante el temor de los árabes. Ya en el siglo XX, R. Menéndez Pidal asumiría la versión de Jiménez de Rada interpretando a su modo que antes de abrirse el Camino Francés hubo un primitivo itinerario por la costa, que pasaría por Alava y Asturias (de Santillana) y que entraría por Irún; un camino que Sancho el Mayor de Navarra mudaría ya en el siglo XI por Nájera a Briviesca, Amaya y Carrión y más tarde por Santo Domingo de la Calzada, Belorado, Burgos.
El camino primitivo por la Vía Aquitana al parecer y a la luz de los escasos datos que poseemos como hemos indicado, hasta el reinado de Sancho el Mayor la peregrinación pasaba por Álava, sobre la antigua vía romana De Hispania in Aequitania. Ab Asturíca Burdigalam.
Alcanzados los años centrales de ese siglo XI, fue ya de uso común el referirse al itinerario como «Camino de Santiago» o «camino de los francos». Se erigieron en él un buen número de hospitales a lo largo de su trayecto, incluyendo los puertos de montaña que presentaban especial dificultad. Para el cruce de los ríos se acondicionaron puentes o se levantaron donde no existían. De esta manera, para finales de la centuria ya había quedado bien establecida la ruta que, con variaciones menores, fue la que usaron los peregrinos durante los siglos siguientes.
El itinerario quedó unido a la antigua ruta desde Oviedo debido a la popularización del culto al Arca Santa durante el siglo xii y que convirtió a este destino en la segunda peregrinación en importancia dentro de la península ibérica. Esto hizo que un buen número de peregrinos se desviase desde León y optasen por seguir a Santiago a través de la antigua capital asturiana, a pesar de tener que utilizar un camino que se consideraba «mal poblado y estéril y mucho mas montuoso que el otro».
Para llegar a Oviedo se dirigían por La Robla, Puente de Alba, La Pola de Gordón, Buiza, Villasimpliz, Villamanín, el puerto de Pajares, Puente de los Fierros, Campomanes, Mamorana, Pola de Lena, Ujo, Mieres del Camino, El Padrún, Olloniego y Manjoya. Después, continuaban hacia Lugo utilizando el antiguo camino por Grado, Salas, Tineo y Castroverde. Tras la ciudad amurallada, proseguían por San Juan del Alto, El Burgo, El Hospital, Retorta y Ferreira de Negral hasta llegar a Libureiro, donde volvían a unirse al camino principal.
Fundador Vía Aquitania
Cneo Domicio Enobarbo, junto con Quinto Fabio Máximo Alobrógico, derrotó a las tribus galas de los alóbroges y los arvernos en el 121 a. C. En 118 a. C., fundó la ciudad de Narbo Martius, hoy en día Narbona, y construyó la Vía Domitia para facilitar el viaje a Hispania. La Vía Aquitania es una rama de la Vía Domitia que pasa por el sudoeste de la Galia en la provincia de Aquitania. Se desconoce quien encargó la Vía Aquitania, pero es probable que fuera Domitius Ahenobarbus con el fin de recaudar más fácilmente tributos de las recién conquistadas tribus.