Largas colas en la Catedral de Santiago: un verano marcado por la espera y la devoción
El verano en Santiago de Compostela está dejando imágenes que combinan la belleza monumental con la paciencia de miles de visitantes. La Catedral de Santiago, epicentro del Camino de Santiago Francés y emblema de la ciudad, se convierte cada día en escenario de largas filas que se extienden desde la Praza das Praterías hasta la rúa de Fonseca, con esperas que alcanzan la hora bajo el sol intenso de agosto.
La Catedral como meta universal del peregrinaje
Cada jornada, tanto turistas como peregrinos coinciden en un mismo objetivo: acceder al interior de la Catedral de Santiago y acercarse a los restos del Apóstol Santiago. Para muchos, culminar el Camino no estaría completo sin esa visita cargada de emoción. La frase “todos los caminos llevan a la Catedral” cobra más fuerza que nunca cuando, pese al cansancio y al calor, miles de personas permanecen firmes en la cola.
Las imágenes de este verano reflejan un flujo incesante de visitantes, muchos de ellos recién llegados tras recorrer las últimas etapas del Camino Francés, que afrontan la espera como el último esfuerzo antes de alcanzar la ansiada recompensa espiritual.
Estrategias de los visitantes para evitar la espera
Las colas, que en algunos momentos se extienden más allá de la Praza da Quintana, obligan a los turistas a idear estrategias:
- Madrugar para adelantarse al grueso de visitantes.
- Contratar guías autorizados, que en ocasiones disponen de accesos preferentes.
- Organizar turnos de espera en grupo, de forma que unos permanecen en la cola mientras otros buscan sombra, agua o comida.
- Aprovechar las misas nocturnas, opción elegida por varios peregrinos que prefieren evitar el sol y el calor del mediodía.
Incluso con estas alternativas, el interior del templo presenta aglomeraciones, con esperas adicionales de hasta 20 minutos frente al sepulcro del Apóstol.
El desafío del calor y la gestión de las filas
La ola de calor en Galicia intensifica el esfuerzo de los visitantes, que recurren a sombreros, gafas de sol, abanicos y hasta paraguas para sobrellevar el tiempo bajo el sol. Algunos grupos se ven obligados a buscar refugio en las zonas sombreadas del casco histórico mientras esperan su turno.
La organización del acceso también genera debate: hay quienes recuerdan que años atrás la fila discurría por la Praza da Quintana, mientras que este verano se canaliza principalmente por Praterías. La necesidad de desalojar a los turistas durante las misas obliga a muchos a rehacer la cola, lo que incrementa la frustración de quienes disponen de poco tiempo para la visita.
Un verano de récord turístico en Santiago
El fenómeno no se limita al templo. El casco histórico de Santiago de Compostela vive un verano de esplendor, con calles llenas de peregrinos, turistas internacionales y actividades culturales. Las plazas, terrazas y comercios bullen de actividad, reforzando la imagen de Compostela como destino universal.
La Catedral, con su mezcla de patrimonio, espiritualidad y tradición, concentra las emociones de quienes llegan a la ciudad. Los suspiros, la emoción contenida y las fotografías en Praterías o Quintana reflejan que el magnetismo de Santiago permanece intacto incluso frente a la incomodidad de las esperas prolongadas.
Paciencia recompensada en la Catedral
Las largas colas frente a la Catedral de Santiago son el símbolo más visible de un verano histórico para la ciudad. A pesar del calor y del tiempo de espera, turistas y peregrinos coinciden en que la experiencia merece la pena: entrar en el templo, asistir a la misa del peregrino o contemplar los restos del Apóstol convierte cada minuto bajo el sol en un recuerdo imborrable.
El esplendor turístico y espiritual de Santiago confirma que, en este 2025, la ciudad sigue siendo el destino de fe, cultura y emoción más emblemático de Galicia.
