Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León
La Real Colegiata Basílica de San Isidoro, que también se conoce simplemente como San Isidoro de León, es un templo cristiano que se encuentra en la bella ciudad de León, Provincia de León, en el Camino de Santiago Francés. Este impresionante edificio es reconocido como uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más significativos y destacados de todo el país. Su importancia se debe no solo a su rica historia, sino también a su arquitectura excepcional, a sus increibles obras de escultura y a la notable colección de objetos suntuarios románicos que se han logrado conservar a lo largo de los años dentro de sus muros. Entre sus características más destacadas, se encuentra un Panteón Real que se halla a los pies de la iglesia. Este espacio alberga notables pinturas murales románicas y capiteles originales, lo que lo convierte en un tesoro único del arte románico de esa época. La construcción y las ampliaciones de este magnífico conjunto arquitectónico se llevaron a cabo principalmente durante los siglos XI y XII.
Originalmente, este lugar fue un monasterio que estaba dedicado a San Pelayo. Sin embargo, se cree que en el mismo lugar donde ahora se erige la iglesia existía previamente un antiguo templo romano. La titularidad de este templo cambió de manera significativa cuando se trasladaron los restos de San Isidoro, quien fue obispo de Sevilla y es conocido como el Doctor de las Españas, a la ciudad de León. Este hecho marcó un cambio importante en la historia del edificio.
El diseño y la estructura del edificio actual conservan varios vestigios de la primera construcción que fue mandada edificar por el rey Fernando I y su esposa Sancha. En particular, el Panteón Real, junto con las dos puertas que conforman la fachada sur, que son conocidas como la Puerta del Cordero y la Puerta del Perdón, así como la Puerta Norte, que también se llama Puerta Capitular, son consideradas como las primeras manifestaciones del arte románico en la región de León. A lo largo de los años, el edificio ha sido objeto de varias modificaciones y adiciones que incluyen cálidos toques góticos, renacentistas y barrocos, lo que le ha dado un carácter aún más interesante y diverso.
Desde el 9 de febrero de 1910, este notable templo ha sido declarado Monumento Histórico Artístico, reconocimiento que resalta su valor cultural y patrimonial. A través de los siglos, la Real Colegiata Basílica de San Isidoro ha sido un importante lugar de culto y un testimonio del desarrollo artístico y arquitectónico de la época románica en España, atrayendo a numerosos visitantes que desean aprender sobre su historia y admirar su magnífica arquitectura.
Contexto histórico-artístico de la Basílica de San Isidoro
A comienzos del siglo XI, el Reino de León se caracterizaba por la permanencia de su arquitectura y cultura hispánicas, que se mantenían sin grandes cambios a lo largo del tiempo. En contraste, en el Condado de Barcelona y en otras regiones de Europa, el arte románico ya había alcanzado una notable popularidad. Este movimiento artístico no solo incluía innovaciones arquitectónicas, sino que también venía acompañado del rito romano y del canto gregoriano, elementos que fueron promovidos desde Roma y que comenzaron a influir en diversas partes del continente. La situación en León, sin embargo, era distinta. Allí, la Iglesia Católica continuaba practicando la liturgia hispánica, una tradición que había sido desarrollada y definida en los Concilios de Toledo, celebrados muchos años antes.
Los monasterios de la región seguían también esta misma liturgia, y sus monjes se adherían a las reglas de los padres de la Iglesia hispanogoda. Aunque tanto clérigos como monjes reconocían la autoridad del papa en Roma y compartían la fe cristiana con el resto de Europa, su práctica religiosa era única y conservadora en comparación con las corrientes contemporáneas. A pesar de los movimientos artísticos y litúrgicos en otras partes de Europa, los monasterios de León estaban en un proceso de cambio que buscaba que todos ellos adoptaran la Regla de San Benito, lo que reflejaba un deseo de organización y unidad en la vida monástica.
Además, el contexto histórico en el que se encontraba el Reino de León, marcado por las luchas de la Reconquista, influía notablemente en la mentalidad de sus habitantes y en sus acciones cotidianas. Esta situación bélica y de resistencia cultural se manifestaba de manera clara en las artes, particularmente en la construcción y ornamentación de los edificios. Los leoneses tenían un fuerte sentido de identidad y memoria histórica, lo que les llevaba a mantener un estilo artístico que honraba a sus antepasados más cercanos, los visigodos. Este compromiso con su herencia cultural se refleja en cada aspecto de su arquitectura y su arte, que, a pesar de la expansión del arte románico en Europa, se mantuvo fiel a sus raíces y a la tradición hispánica. Así, el arte y la cultura del Reino de León se convirtieron en un símbolo de resistencia y continuidad frente a las influencias externas.
Descripción del edificio de la Basílica de San Isidoro de León
San Isidoro de León se presenta como un majestuoso edificio que refleja la riqueza de la historia y la arquitectura de la región. Este notable edificio cuenta con un diseño que incluye tres naves y una planta en forma de cruz latina, lo que le confiere una estructura distintiva y elegante que ha sido apreciada a lo largo de los siglos. El ábside central, que data del siglo XVI, se caracteriza por su estilo hispano-flamenco. Este ábside reemplazó a uno de estilo románico que anteriormente ocupaba su lugar. Sin embargo, se puede observar la planta del ábside románico original gracias a las excavaciones realizadas en la zona, que dejaron una marca visible en el suelo de la capilla mayor, lo que nos permite imaginar la antigua disposición del edificio.
En cuanto a los ábsides laterales, estos siguen el estilo románico y están cubiertos con una bóveda de horno, lo que añade un toque especial a la estructura. A pesar de las ampliaciones y las reconstrucciones llevadas a cabo durante la época de la infanta Urraca y bajo la dirección del arquitecto Deustamben, el resultado final es sorprendentemente armonioso y bien equilibrado. No obstante, es importante mencionar que las modificaciones realizadas a lo largo de los años tuvieron que adaptarse a las características del edificio anterior construido por Fernando y Sancha. Esta adaptación resultó en que los ábsides laterales no se alinean perfectamente en anchura ni en eje con las naves principales, lo que añade un carácter único a la edificación.
La nave central destaca por su gran altura, lo que permite una sensación de amplitud y luminosidad en el interior. Está cubierta con una bóveda de cañón, lo que es consistente con el diseño del tramo recto del ábside y el transepto. Por otro lado, las naves laterales presentan bóvedas de arista, lo que proporciona un contraste interesante en la estructura del edificio. Además, los arcos que separan las naves son notablemente pronunciados, lo que no solo refuerza la belleza del diseño arquitectónico, sino que también ofrece una impresión de solidez. Es particularmente interesante observar que los arcos del transepto son polilobulados, un detalle que representa una valiosa herencia de la época mozárabe y que se ha conservado en esta imponente obra arquitectónica.
Exterior del edificio de la Basílica de San Isidoro
En el exterior del edificio, claramente se pueden observar dos características principales que resaltan su belleza y valor arquitectónico. Desde el exterior solo son visibles la fachada meridional y el ábside meridional, mientras que el resto de la estructura está rodeado por otras construcciones que hacen que su visualización sea limitada. En particular, la parte poniente del edificio queda oculta tras una muralla, aunque se puede ver parte de la torre que sobresale. Al mirar con atención, uno puede apreciar que el edificio tiene tres alturas distintas en sus naves, lo que le da una estructura elaborada.
Uno de los detalles más destacados del exterior es la cornisa que adorna la nave central, la cual tiene un patrón ajedrezado muy peculiar. Esta cornisa se apoya en modillones que tienen influence del estilo mozárabe, que es un estilo artístico que combina elementos cristianos e islámicos. Además, las dos portadas románicas que se encuentran en esta misma fachada son de gran importancia. La más antigua de estas portadas es conocida como la del Cordero, mientras que la más moderna recibe el nombre de la del Perdón. Ambas portadas son ejemplos maravillosos del románico pleno, el cual representa algunas de las construcciones más antiguas y significativas del reino de León.
Puerta del Cordero de la Basílica de San Isidoro
La Puerta del Cordero es un elemento arquitectónico de gran importancia que se encuentra en la fachada meridional de la iglesia de San Isidoro. Esta imponente puerta está dividida en dos partes distintas, cada una con características únicas y detalles decorativos que reflejan la riqueza del estilo arquitectónico de la época. La parte superior de la puerta está formada por una peineta de estilo barroco, que se eleva majestuosamente y está coronada por una representación de San Isidoro montado a caballo, lo que añade un elemento de reverencia y devoción.
En la parte inferior, que es la portada en sí, se puede apreciar una estructura muy detallada y rica en elementos decorativos. Esta portada se caracteriza por la presencia de dos arquivoltas de medio punto, que están adornadas con molduras de baquetón y se sostienen sobre columnas sólidas. Además, hay una tercera arquivolta que es dovelada y se apoya en jambas robustas; esta arquivolta está rodeada por una moldura de diseño ajedrezado que aporta un contraste visual significativo.
Entre las arquivoltas mencionadas se pueden observar tres molduras ornadas con roleos y palmetas, decoraciones que eran muy utilizadas en el estilo románico, y que añaden un sentido de dinamismo y creatividad al conjunto. Las columnas que sostienen estas estructuras son acodilladas, lo que les otorga un diseño elegante y distintivo. En la base de estas columnas, se encuentran basas áticas que están colocadas sobre plintos altos; es importante mencionar que estos plintos no son los originales, lo que puede afectar la percepción histórica del conjunto.
Los capiteles de las columnas son especialmente interesantes, ya que presentan una iconografía muy variada que incluye representaciones de figuras humanas que poseen garras en lugar de pies y manos, así como personajes que parecen tener alas. También se pueden ver figuras en cuclillas y motivos decorativos de tipo vegetal, todos estos elementos contribuyen a enriquecer la estética de la portada. En conjunto, la Puerta del Cordero es una representación magnífica del románico pleno que se desarrolló en el Reino de León, mostrando la habilidad de los artesanos de la época y su dedicación al detalle y la belleza en la arquitectura religiosa.
Tímpano del Cordero
Tímpano de la Puerta del Cordero
Es el primer tímpano conocido del Reino de León, del románico pleno del siglo xi. Está esculpido en mármol blanco y presenta el Sacrificio de Isaac, con un cordero místico y ángeles que llevan símbolos de la Pasión de Cristo. En la Hispania mozárabe, era común representar la escena de Isaac en vez de la crucifixión de Cristo. A la derecha, se ve a Sara en la tienda y dos sirvientes, uno sobre caballo y otro descalzo. Isaac también está descalzo, con sus sandalias en el suelo.
Abraham, descalzo, escucha la voz del cielo, simbolizada en la “Dextera Domini”. El cordero está en un arbusto, con un ángel hablando. Esto coincide con el relato del Génesis, excepto por la figura de Sara. A la izquierda, están Ismael y Agar, destacando a Ismael como arquero. Estas representaciones son únicas de la Hispania del siglo xi.
El relieve está hecho de piedra local. En las enjutas del arco hay figuras de mármol reutilizadas que no encajan en su nuevo lugar, sugiriendo que fueron movidas al restaurar la puerta. La estatua de Pelayo tiene un libro que debería corresponder a San Isidoro, quien aparece con la inscripción Isidorus. En el museo de San Marcos hay otra estatua de San Vicente de Ávila. Arriba, se ven relieves de David y cinco músicos, más un violinista.
Sobre estos personajes hay un friso que representa los símbolos del zodiaco, identificados con inscripciones del siglo XI. También estos relieves fueron reutilizados de la iglesia anterior.
La portada tiene un segundo cuerpo creado en el siglo XVIII por artistas de Valladolid, con el escudo real y San Isidoro a caballo, vinculado a la leyenda del estandarte real de Baeza.
Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro
La Puerta del Perdón es un elemento arquitectónico importante que tiene un significado profundo en la tradición del Camino de Santiago Francés. Su nombre proviene de su función histórica como la entrada principal para los peregrinos que recorren este famoso camino en busca de indulgencias, así como para obtener el perdón de sus pecados a través de su visita a esta iglesia. Los peregrinos que llegaban a la Puerta del Perdón lo hacían con esperanzas espirituales, reflejando un ritual de búsqueda de redención y gracia.
Esta puerta se sitúa en la fachada sur del crucero de la iglesia. Su estilo pertenece al periodo del románico pleno, un tiempo en el que la arquitectura religiosa alcanzó grandes logros en diseño y simbolismo. Los relieves que adornan la puerta se atribuyen al maestro Esteban, un reconocido escultor que también tuvo participación en la construcción de catedrales importantes, como las de Pamplona y Santiago de Compostela. Es relevante señalar que la Puerta del Perdón fue creada después de la famosa Puerta del Cordero, destacando su importancia en la evolución del arte religioso en la región.
El maestro Esteban es conocido por ser el primero en esculpir una serie de temas evangélicos que más tarde se reprodujeron en otros lugares de gran relevancia espiritual y cultural, como la portada de la Catedral de Santiago, la Catedral de Pamplona y la Catedral de Toulouse. Estos temas no solo decoran las puertas, sino que también cuentan historias y enseñanzas que forman parte del legado cristiano.
La fachada de la Puerta del Perdón presenta una interesante división en dos cuerpos, marcada por una cornisa ajedrezada que le da un toque distintivo. En el cuerpo superior de la fachada, uno puede observar tres grandes arcos de medio punto. De estos, los dos arcos laterales son ciegos, lo que significa que no tienen una abertura detrás de ellos. El arco central, en cambio, se destaca con columnas geminadas, que son dos columnas que están unidas y que sostienen la estructura. Las bases de estas columnas son de estilo áticos, decoradas con garras que añaden un detalle adicional a la obra.
Frente al ventanal central, que añade luz y belleza al espacio, hay una reja románica que proporciona un sentido de protección y resguardo. Finalmente, en la parte inferior de esta impresionante estructura se encuentra la portada propiamente dicha, que es la parte más accesible para los fieles y peregrinos que entran a la iglesia. Esta puerta no solo es una entrada física, sino que también representa un símbolo de bienvenida y de transición hacia un espacio sagrado donde se busca la paz espiritual.
Tímpano del Perdón
Tímpano de la Puerta del Perdón de la Basílica de San Isidoro
El tímpano del Perdón es una obra de arte muy significativa y está situado en la entrada de la puerta del Perdón. Esta escultura monumental está dividida en tres secciones conocidas como dovelas, cada una de las cuales presenta diferentes relieves que representan temas religiosos. Estos temas se alejan claramente de la influencia mozárabe que había predominado anteriormente, pues los artistas que trabajaron en esta obra se aventuraron a explorar nuevas narrativas y estilos que anteriormente no habían sido abordados. Sin embargo, en las enjutas, que son los espacios que se encuentran a los lados de las dovelas, se puede notar una reminiscencia de la estética mozárabe. En particular, se observa cómo están situadas las esculturas de San Pedro y San Pablo. San Pablo ocupa la posición de la derecha, que en este contexto es la parte izquierda para el espectador, y es considerada una posición preferente. Esta costumbre de colocar a San Pablo a la derecha tiene una profunda raíz hispánica y se puede observar, por ejemplo, en el monasterio de Silos. Durante esa época, San Pablo gozaba de una gran veneración en España, donde aún se seguían las tradiciones de la liturgia hispánica o mozárabe.
Las tres escenas que se representan en el tímpano son, de izquierda a derecha, la Ascensión de Cristo, el Descendimiento y el Sepulcro vacío que es contemplado por las tres Marías. En cuanto a la técnica y el diseño, las arquivoltas, que son los arcos que rodean las dovelas, tienen una moldura en bocel, lo que significa que presentan un perfil curvado en forma de media esfera. Estas arquivoltas son notoriamente peraltadas y están sostenidas por columnas que tienen un diseño acodillado. Todo el conjunto está además enmarcado por una moldura decorativa que tiene un patrón ajedrezado, creando un contraste interesante. El dintel, que es la parte superior de la puerta, reposa sobre esculturas de cabezas de león y perro, lo que añade un elemento simbólico a la estructura.
Respecto a las escenas representadas, la de la izquierda es la Ascensión de Cristo, que se destaca por la forma dinámica en que está representado el tema. Aquí, parece que Cristo está siendo ayudado o incluso empujado hacia los cielos por dos ángeles que lo acompañan. En el nimbo que rodea la cabeza de Cristo, se puede ver una inscripción que dice «Ascendo ad patrem mevm et patrem vestrvm«, lo que se traduce como «Subo a mi Padre y a vuestro Padre«. En el centro del tímpano, se muestra el Descendimiento de Cristo, que se caracteriza por su gran realismo. En esta escena, dos ángeles turiferarios, que son aquellos que llevan incensarios, se encuentran sobre el brazo horizontal de la cruz, agregando solemnidad a la representación.
A la derecha del tímpano, se encuentra la escena del Sepulcro vacío, donde aparecen las tres Marías ante el sepulcro que está situado bajo un arco románico que es bastante peraltado. Aquí, un ángel despliega enormes alas que protegen y resguardan toda la escena, brindando un sentido de reverencia y protección divina.
Los temas y el estilo que fueron expresados por el maestro Esteban en esta obra tuvieron una gran influencia y se difundieron ampliamente entre los escultores que trabajaban en el Camino de Santiago. Estos escultores, al regresar a sus tierras, llevaron consigo las inspiraciones y los estilos que habían aprendido, extendiendo así el legado artístico de esta obra incluso hasta Francia en una etapa posterior.
Puerta norte o Capitular
Se construyó en el lado norte del crucero y en el siglo XII servía como entrada a la sala capitular del claustro. Más tarde, la sala se convirtió en capilla de los Quiñones y la puerta fue clausurada, quedando visible solo desde la capilla. Es similar a la Puerta del Cordero, con un tímpano liso que en su origen estuvo esculpido y pintado. Tiene dos arquivoltas de medio punto sobre columnas monolíticas, con ornamentación de ajedrezado al estilo de Jaca y Frómista.
Destacan sus capiteles, especialmente uno con dos mujeres desnudas, una de ellas holding una serpiente, y otra serpiente mordisqueando a un hombre vestido. Este capitel es un buen ejemplo del trabajo naturalista y clasicista del escultor Leodegarius, conocido como maestro de las serpientes.
Torre del Gallo de la Basílica de San Isidoro de León
La Torre del Gallo, situada a los pies de la iglesia, es una construcción del siglo XII de planta cuadrada y eje oblicuo. Forma parte de la muralla romana, con los dos primeros cuerpos destinados a la defensa. El segundo cuerpo tiene una bóveda de cañón y acceso desde la ronda de la muralla, con pequeños vanos para la luz.
El tercer piso tiene una sala abovedada con ventanas, y el cuarto cuerpo, el de campanas, presenta vanos de triple arco sobre columnas. Se conserva una campana de 1086 en el museo. La torre está coronada por un chapitel de pizarra moderno y la famosa veleta del gallo, símbolo de León, que ha sido estudiado recientemente.
La torre fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX y consolidada a principios del XXI. El segundo piso se utilizó como cámara del Tesoro.
Gallo-veleta de la torre de San Isidoro
El Gallo-veleta de la Basílica de San Isidoro ha sido un símbolo de León durante siglos y funcionaba como una veleta sin problemas. Su historia era desconocida hasta que fue desmontado para una restauración a principios del siglo XXI.
Al examinarlo, se decidió conservarlo por su valor histórico. Actualmente, hay una copia en su lugar. Se data del siglo VI o VII y tiene inscripciones árabes sin descifrar de origen persa-sasánida.
Interior de la Basílica de San Isidoro
Bóveda de la capilla mayor
El interior impresiona por su luminosidad, gracias a los amplios ventanales de la nave central y del crucero sur. Tiene decoraciones en impostas de ajedrezado y ricos capiteles.
Capilla Mayor
Construida en el siglo XVI, la Capilla Mayor es obra de Juan de Badajoz el Viejo. El padre Juan de Cusanza encargó su construcción en 1513, reemplazando la antigua capilla románica. En 1971 se restauró el suelo, revelando los cimientos románicos. La capilla tiene una bóveda de crucería con terceletes.
Nave central y retablo mayor
El retablo, de estilo gótico, proviene de Pozuelo de la Orden (Valladolid) y fue trasladado a San Isidoro en 1920. Fue labrado entre 1525 y 1530, con aportes de un maestro llamado Giralte. Tiene veinticuatro tablas de pintura atribuidas a un Maestro de Pozuelo. Los trabajos de pintura fueron realizados por Lorenzo de Ávila y dos pintores de Valladolid. La custodia de plata es obra de M. García Crespo y contiene la hostia consagrada, mientras que una urna neoclásica guarda los restos de San Isidoro, realizada por Antonio Rebollo en 1847.
Capilla de la Trinidad o de Santo Martino
La capilla fue mandada construir por Santo Martino en 1191 para guardar reliquias y servir como cementerio. Originalmente era pequeña y de ladrillo. En el siglo XVI se remodeló en estilo hispano-flamenco. El retablo del siglo XVII es de Pedro Margotedo y alberga la urna con los restos del santo.
Coro
El coro alto, de estilo gótico, data de la primera mitad del siglo XV, durante el abadiato de Simón Álvarez, cuyo escudo se encuentra en una de las claves.
Panteón de los Reyes de León
El Panteón Real se originó en tiempos del rey Alfonso V el Noble, quien reconstruyó la iglesia tras el paso de Almanzor y estableció dos cementerios para enterramientos reales, donde reposan los cuerpos de sus padres, Bermudo II y Elvira. Fernando I y Sancha también lo renovaron y fueron enterrados allí, como se señala en la lápida de consagración y en los relatos del cronista Silense. La versión actual se atribuye a la infanta Urraca la Zamorana, hija de Fernando I y Sancha.
Este espacio cuadrado, delimitado por la iglesia, tenía una entrada que se cerró en el siglo XII durante obras de ampliación, abriendo otra en el ángulo sur oriental. La cámara es baja, dándole un aspecto de cripta. La antigua entrada se transformó en un altar dedicado a Santa Catalina de Alejandría, conocido como la capilla de Santa Catalina.
El Panteón es un cuadrilátero dividido en seis secciones por columnas. Su estructura es abovedada y decorada con pinturas del siglo XII, que destacan en blanco, negro, ocres, amarillos, rojos y grises. Los capiteles son importantes, con diseños vegetales de tradición hispánica y elementos simbólicos de influencia extranjera, destacándose los temas bíblicos como innovaciones del arte románico.
Tribuna
La tribuna real era un palco para la reina Sancha, esposa del rey Fernando. En el siglo XII fue reformada y se convirtió en parte del palacio de la infanta Sancha Raimúndez. Más tarde, Santo Martino la transformó en capilla de Santa Cruz. En el siglo XVI se convirtió en sala capitular y desde 1962 alberga el museo de orfebrería, conocido también como Cámara de doña Sancha.
Está situada sobre el Panteón y el pórtico occidental, comunicada con ellos por una escalera de caracol. Tiene dos cuerpos rectangulares cubiertos con bóveda de cañón. En el muro oriental hay una portada de arco de medio punto sobre columnas con capiteles historiados. En el siglo XVI fue convertida en sala capitular, y las pinturas murales que quedan son de esa época. Desde 1982, es el museo o Tesoro Capitular, con valiosas piezas románicas.
Museo de la Basílica de San Isidoro
El museo, también conocido como tesoro, se encuentra en la tribuna mencionada y en varias capillas del claustro. Muchos objetos provienen de encargos de los reyes Fernando y Sancha para embellecer la iglesia. Aunque muchas obras se han perdido o están en otros museos, destacan algunas piezas como:
- Arqueta de San Isidoro, hecha hacia 1065, que custodiaba el cuerpo del santo hasta 1808.
- Arca de los marfiles, datada en 1059, que albergaba los restos de Pelayo y San Juan Bautista, elaborada en madera con 25 marfiles incrustados.
- Portapaz de marfil.
- Cáliz de doña Urraca, del año 1100.
- Arca de los esmaltes con la crucifixión y pantocrátor.
- Colección de telas: estolas del siglo XII y fragmentos de telas persas y árabes.
- Lignum Crucis, ostensorios y relicarios.
- Cruz de altar de Enrique de Arfe.
- Tríptico renacentista con la Anunciación y otros temas religiosos, atribuido a Rodríguez Solís.
- Pendón de Baeza del siglo xiv, que representa a San Isidoro en el campo de batalla, con fondo carmesí y las armas de León y Castilla.
Claustro de la Basílica de San Isidoro de León
El claustro principal se construyó en el siglo XI aprovechando el pórtico del Panteón, siendo el más antiguo románico en España, del que solo queda la galería. El resto del patio tiene bóvedas del siglo XVI, obra del abad Fonseca. Durante estas reformas se cerró la galería con un muro que fue demolido en el siglo XX, revelando sus canecillos, arcos y capiteles.
Desde el siglo XVI, las capillas del claustro se usaron como mortuorias. Tras diversas transformaciones y una reciente restauración, muchas capillas ahora albergan parte del museo de la Basílica y servicios intelectuales, como el antiguo refectorio, que es la sede de la Cátedra de San Isidoro.
La segunda planta es de estilo barroco, realizada por Compostizo, Pablo de Valladolid y Santiago Velasco. También hay un segundo claustro barroco construido en 1735 por el abad Manuel Rubio Salinas.
Historia y evolución del edificio de la Basílica de San Isidoro
La iglesia y monasterio que hoy se conocen como la basílica de San Isidoro tienen sus orígenes en el año 956, cuando se comenzó su construcción en un terreno adyacente a la muralla romana de la Legio VII Gemina, específicamente en la parte noroeste de lo que hoy es León. La parte occidental del edificio está directamente adosada a esta antigua muralla, y es interesante mencionar que en este ángulo noroeste se conservan en buen estado varios metros de la fortaleza, lo que nos da una idea de la magnitud de la estructura original. A lo largo de las excavaciones y obras de restauración que se llevaron a cabo en el área de la Colegiata, se han descubierto importantes vestigios romanos. Estos hallazgos incluyen gruesos muros de ladrillo, sistemas de alcantarillado, fragmentos de cerámica, tégulas y atarjeas de letrinas, que son conductos por donde las aguas residuales de las casas se dirigen hacia el sumidero, destacando algunos de ellos con el sello de la Legio VII que nos ofrece una conexión directa con el pasado romano de este lugar.
Sin embargo, lamentablemente no quedan restos visibles del periodo visigodo ni del periodo árabe, ni de los primeros tiempos de la Reconquista. Las primeras menciones de la existencia de las iglesias de San Juan y San Pelayo en este mismo lugar aparecen en crónicas y documentos que datan de mediados del siglo X, lo que indica que en esa época comenzaban a desarrollarse como centros de culto importantes para la comunidad.
El rey Sancho I de León, conocido también como Sancho el Craso, fue el impulsor de la construcción de esta iglesia. Aunque no llegó a ver finalizado su noble proyecto, es importante señalar que su hermana Elvira Ramírez y la reina Teresa Ansúrez lograron cumplir su deseo al trasladar las reliquias de San Pelayo a León, lo que dotó al lugar de mayor relevancia religiosa. A través de los siglos, la basílica de San Isidoro ha pasado por distintas fases de transformación, tanto en su estructura física como en su significación espiritual, experimentando períodos de gran esplendor y otros de auténtica decadencia. Cada uno de estos momentos ha estado marcado por las influencias de los sucesivos reyes y sus familias, que han dejado una profunda huella en la historia de este emblemático edificio, transformándolo y adaptándolo a las necesidades de cada época y reflejando así la rica historia de León.
La iglesia de Sancho I el Craso
En el año 956, durante el reinado de Sancho I (hijo de Ramiro II), se documenta la construcción de un templo para las reliquias de Pelayo, un niño martirizado en Córdoba en el 925. Sancho I intentó trasladar su cuerpo, pero fue asesinado antes de lograrlo.
Su hermana Elvira Ramírez, junto con Teresa Ansúrez, la reina madre, completaron el proyecto y llevaron los restos de Pelayo desde Córdoba a León. Pelayo, prisionero en tiempos de Abderramán III, ganó fama en el mundo cristiano. Elvira era monja en San Salvador de Palat del Rey, un monasterio fundado por su padre, y se mudó al nuevo templo de San Pelayo, construido junto a una antigua iglesia dedicada a san Juan Bautista.
La comunidad monástica duró solo veinte años. Durante el reinado de Bermudo II (982-999), León fue devastada por Almanzor en 988, destruyendo las iglesias. La primera abadesa Elvira había muerto y fue sucedida por Teresa Ansúrez, quien, al saber del ataque, trasladó el cuerpo de Pelayo a Oviedo para preservar las reliquias.
Infantado de San Pelayo
El Infantado fue una institución medieval del siglo x para las infantas solteras que vivían en monasterios, donde gobernaban cenobios y ofrecían dotes en propiedades. Las infantas leonesas eran llamadas Dominas o Abadesas. El Infantado de León comenzó en el monasterio de Palat del Rey, fundado por el rey Ramiro II para su hija Elvira, y se trasladó a San Pelayo. Una comunidad de canónigos asistía a las monjas bajo la autoridad de la abadesa. A mediados del siglo x se creó también el Infantado de Covarrubias para las infantas de la realeza y las hijas de condes castellanos.
La iglesia de Alfonso V el Noble
Alfonso V, rey leonés de 999 a 1028, reconstruyó varios edificios, incluyendo la iglesia de San Juan Bautista, tras la devastación de Almanzor.
La iglesia fue construida con materiales simples, como tapial y ladrillo, y tenía un diseño tradicional. Contaba con dos cementerios: uno para obispos y reyes y otro para entierros reales, donde descansan su padre, Bermudo II, y su madre, Elvira García, así como él mismo.
Lucas de Tuy menciona que recogió los restos de algunos reyes y obispos para enterrarlos en la iglesia. Teresa Ansúrez reorganizó las comunidades de monjas y canónigos, y en 1028 se trasladó a Oviedo, donde murió y fue enterrada.
La iglesia románica de Fernando I y su esposa Sancha
Sancha Alfónsez de León, hija de Alfonso V, fue abadesa del monasterio de San Pelayo y, junto con su esposo Fernando, reyes de León desde 1037. Sancha convenció a Fernando para construir la iglesia de San Juan Bautista y decidió que su enterramiento fuera allí. Se levantó un nuevo templo sobre la antigua iglesia de Alfonso V, destinado a ser una pequeña iglesia palatina.
También se creó el Panteón de Reyes, donde fueron enterrados Fernando, Sancha y tres de sus hijos. Para engrandecer la iglesia, trajeron las reliquias de San Isidoro y San Vicente de Ávila, además de la mandíbula de San Juan Bautista. La nueva iglesia se consagró el 21 de diciembre de 1063 a San Isidoro y fue dotada de un valioso ajuar sacro.
Los reyes protegieron el templo y lo visitaron en momentos importantes, así como enriquecieron tanto la iglesia como el monasterio con reliquias y tesoros.
El edificio románico
Esta fue la primera iglesia románica en el Reino de León, construida por Fernando I y Sancha. Tenía dimensiones reducidas: 16 metros de largo, tres naves y gran altura, con 12 metros en la central. La cabecera era tripartita y se cubría con bóveda de medio cañón, sin crucero.
El panteón regio estaba a los pies de la iglesia, accesible por una puerta actualmente cegada. Este espacio cerrado tenía dos alturas: una para enterramiento y otra para la tribuna real.
Al siglo XXI llegan elementos como el Panteón, una portada con capiteles esculpidos, la Tribuna real, dos pórticos y partes de la torre original. También se conservan los muros norte y occidental, que se unieron a la siguiente construcción. En 1908 y 1971, excavaciones revelaron la planta y cimientos de la iglesia original.
Restauración y ampliación de la infanta Urraca
La iglesia de Urraca la Zamorana, del siglo XII, aún se puede ver hoy. Durante esta época, se construyeron las tres puertas románicas: Puerta del Cordero, Puerta del Perdón y Puerta Norte. La infanta Urraca Fernández, tras heredar el patrocinio del templo de su madre en 1067, ordenó muchas obras de ampliación, como se menciona en su epitafio de 1101.
Se comenzó a conocer el templo como iglesia nueva gracias a sus reformas. Urraca decoró el Panteón y donó valiosos objetos, como el famoso Cáliz. Aunque Urraca no vio finalizadas las obras, las completaron su hermano Alfonso VII y su hermana Sancha.
El arquitecto de las obras no se conoce. La ampliación incluyó un nuevo ábside y el aumento de dimensiones del templo. Las obras se detuvieron temporalmente y se reanudaron en el siglo XII bajo el arquitecto Pedro Deustamben, quien decidió cubrir la nave central con una bóveda de cañón. Sin embargo, su trabajo tuvo problemas estructurales que empeoraron con el tiempo, llevando a una importante restauración en el siglo XXI.
Alfonso VII y su hermana Sanchay el fin de las obras
Alfonso VII y su hermana Sancha completaron las obras de la iglesia y la consagraron el seis de marzo de 1149. La infanta Sancha restauró la vida monástica y decidió trasladar a una comunidad de canónigos agustinos de Carbajal de la Legua a León, a la vez que enviaba a las monjas a Carbajal, elevando el monasterio a abadía directamente dependiente de Roma.
La iglesia en tiempos de Fernando II
Fernando II, rey de 1157 a 1188, logró que el papa Alejandro III concediera al monasterio y su iglesia el título de abadía con privilegios como la exención de jurisdicción episcopal. Menendo fue el primer abad, dirigiendo la abadía de 1156 a 1167. En total, hubo 66 abades hasta su cierre en marzo de 2003.
Reformas de los siglos XV y XVI de la Basílica de San Isidoro
El complejo arquitectónico de San Isidoro sufrió diversas modificaciones en los siglos XV y XVI, impulsadas por diferentes personajes. El abad Simón Álvarez mandó empotrar la tribuna gótica en la nave. Juan de Cusanza construyó la capilla gótica de San Martín y reemplazó la capilla mayor románica. En 1534, la tribuna real se transformó en sala capitular, adornada con pinturas murales. También se construyó una biblioteca con la primera bóveda elíptica del Renacimiento español. El arzobispo Fonseca ordenó la construcción del claustro gótico y, en 1574, Juan Ribero de Rada realizó la escalera prioral del claustro, un destacado ejemplo del clasicismo español.
Siglos XIX y XX
El siglo XIX fue muy perjudicial para este edificio. Al principio, fue ocupado por tropas francesas que lo saquearon y lo convirtieron en cuartel. Al retirarse, las tropas incendiaron la iglesia. Posteriormente, la desamortización de Mendizábal en 1835 causó más expolios y la comunidad fue suprimida, aunque se restableció en 1851. La restauración no empezó hasta 1894, durando hasta 1920. En 1936, volvió a ser ocupado por militares y en 1942 recibió el título de Basílica menor de Pío XII.
En 1956, había un gran deterioro físico y de la comunidad religiosa. El Cabildo Regular estaba al borde de la desaparición, con solo el abad y tres canónigos mayores. El obispo de León, Luis Almarcha, buscó apoyo en Roma y, tras evaluar la situación, se decidió secularizar el Cabildo Regular de San Isidoro el 6 de marzo de 1956. Se separaron los cargos de abad y prior, manteniendo al abad como presidente del Cabildo secularizado y al prior como superior. Otros canónigos se encargarían de restaurar el culto en la Basílica de San Isidoro.
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