Iglesia de Nuestra Señora de Belén de Carrión de los Condes
La Iglesia de Nuestra Señora de Belén, que se encuentra en la localidad de Carrión de los Condes en la Provincia de Palencia, en el Camino de Santiago Francés, es un importante edificio católico que ha atravesado diferentes etapas de construcción durante los siglos dieciséis y diecisiete. Este templo no solo es un lugar de adoración, sino que también se ha convertido en un símbolo representativo del paisaje urbano de esta ciudad palentina. En particular, su distintiva silueta se eleva majestuosamente en la parte más alta de la ciudad, específicamente hacia el noroeste. Desde su privilegiada ubicación, la iglesia se asoma a un profundo tajo formado por el río Carrión, lo que le otorga una vista espectacular sobre toda la rica vega carrionesa. Además, en las cercanías de esta iglesia se hallaba la antigua mansio conocida como Lacóbriga, un sitio que también tiene su propio valor histórico y arqueológico. La imponente presencia de la iglesia, junto con su historia y su entorno, la convierte en un punto de referencia importante no solo para los habitantes locales, sino también para los visitantes que desean conocer más sobre la historia y la cultura de la región.
Historia y descripción de la Iglesia de Nuestra Señora de Belén
La iglesia fue completamente reedificada en un período que se extendió desde 1552 hasta 1579. Esta nueva construcción se realizó a partir de una estructura primitiva de estilo medieval que databa de finales del siglo XV. Es importante mencionar que esta antigua iglesia había quedado inconclusa y se encontraba en muy malas condiciones, lo que hacía necesario su reconstrucción. En la misma ubicación estuvo en su momento la antigua fortaleza señorial que pertenecía a la ciudad, la cual fue demolida en el año 1474. La obra de esta segunda construcción estuvo a cargo de dos arquitectos, Francisco Ravín y Juan de Celaya, quienes utilizaron materiales tradicionales para la edificación, principalmente piedra y ladrillo. Sin embargo, a medida que se acercaba el final del siglo XVI, resultaba evidente que la reciente reconstrucción no había resuelto ciertos problemas estructurales que se manifestaban en la edificación. Como consecuencia de esto, ya en el siglo XVII, se emprendió una segunda remodelación significativa, en la que se llevó a cabo un cambio en la orientación del templo, se levantó una nueva nave y se completó la torre que había quedado pendiente.
Al observar los arranques de arcos y ménsulas que son visibles en la parte exterior de la iglesia, especialmente mirando hacia el oeste, se puede deducir que la iglesia originalmente era mucho más grande, y se considera que posiblemente estaba diseñada para tener tres naves. En el interior de la iglesia, también se pueden apreciar las huellas de los derrumbes que ocurrieron en los arcos que debían continuar, lo que refuerza la idea de que la estructura ha sufrido a lo largo del tiempo. El achicamiento de la construcción tiene una relación directa con los riesgos de derrumbes que se produjeron en las paredes, las cuales estaban expuestas al barranco que daba al río. Este terreno es propenso a la erosión por el agua, y los desplomes de material que han ocurrido en años recientes son un claro testimonio de esta inestabilidad. Para proteger el acceso a la iglesia y evitar accidentes, se ha instalado una barandilla de piedra que cierra el espacio por el oeste y el sur, protegiendo a los visitantes del brusco desnivel que existe en la zona.
En cuanto al retablo mayor, que es de estilo plateresco y data del siglo XVI, es una impresionante estructura que se ha conservado hasta nuestros días. Este retablo, que se erige con orgullo dentro del templo, está compuesto por una base, un ático y tres cuerpos que están distribuidos verticalmente en siete calles. Los espacios creados por esta cuadrícula están separados por delgadas columnas y entablamientos, y en ellos se encuentran ocho óleos sobre tabla que pertenecen a Antonio Calderón. Estas obras ilustran diversos episodios de la vida de la Virgen María, y además, el retablo cuenta con un total de 21 tallas y relieves narrativos que representan a varios santos y personajes divinos. De entre todas estas representaciones, destaca especialmente la talla de la Virgen de Belén, patrona de Carrión, la cual ocupa un lugar central en el retablo. Esta imagen, de origen medieval del siglo XIII, fue adaptada para ser vestida en el siglo XVI, lo que realza aún más su importancia y relevancia.
En la actualidad, la imagen de la patrona, la Virgen de Belén, se encuentra ornamentada de manera rica y adornada con los obsequios devocionales que suelen ofrecerle los fieles de Carrión. Su corona, que es de oro y presenta incrustaciones de piedras preciosas, fue financiada gracias a las donaciones de los devotos. Es interesante señalar que todo el trabajo escultórico llevado a cabo en el retablo se atribuye a un solo artista anónimo, quien demuestra un profundo conocimiento del último estilo gótico burgalés, con un marcado gusto flamenco.
La primitiva mazonería del retablo fue ampliada a mediados del siglo XVI con la adición de un sotabanco, así como de pulseras o guardapolvos laterales y el ático, que presenta un cuerpo avenerado y un frontón triangular. Esta mejora en el retablo, que fue terminada en el año 1553, se hizo con el objetivo de adecuarlo mejor a una ampliación de la cabecera que se estaba realizando en ese momento.
En el año 1960, coincidiendo con la coronación canónica de la imagen de la Virgen de Belén, se decidió desmontar el retablo para proceder a su limpieza. Al volver a montarlo, se realizaron ciertas modificaciones en algunas partes del mismo, y se perdió el camarín barroco de la Virgen. También se cambiaron algunas imágenes de lugar, lo que ha generado que la lectura iconográfica del retablo sea un poco más difícil en la actualidad. Entre las imágenes que destacan en el retablo, se pueden observar el Nacimiento, los Evangelistas, la figura de Cristo resucitado y los relieves que representan a los Reyes Magos. Además, en torno al retablo, cubriendo el fondo del presbiterio, hay seis pinturas murales que datan del siglo XVII. Estas obras ilustran importantes escenas de la vida de la Virgen y de Jesucristo, algunas de las cuales también se repiten en el retablo. Entre las escenas que pueden contemplarse están la Anunciación, la Huida a Egipto, la Adoración de los Pastores, la Adoración de los Magos, así como representaciones de Jesús con José y la Virgen con Santa Ana.
Por último, la capilla de San Gregorio guarda un valioso Crucificado de estilo gótico que data del siglo XIV, conocido como el Cristo de la Salud. Además de esta obra, también se pueden encontrar tallas de San Gregorio, la Virgen de la Piedad y la Virgen de los Dolores, que enriquecen aún más el patrimonio artístico y religioso de esta iglesia.
Lo sentimos, no se encontraron registros. Ajusta tus criterios de búsqueda y vuelve a intentarlo.
Lo sentimos, no se ha podido cargar la API de Mapas.